Gabriel garca mrquez noticia de un secuestro pdf
El eslogan "Preferimos una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos" ya muestra las brutales intenciones de los llamados "Extraditables". Sus relatos personales son el hilo conductor de este libro. Se ocupa mucho del proceso de paz en Colombia. Segundo la guerrilla izquierdista. Todos son responsables de varias masacres. Ambas pertenecen a una familia de intelectuales notables con varias generaciones de periodistas. No se dan cuenta de que dos coches las siguen y no saben que han sido observadas desde hace semanas.
Si quieres te los mando. Lo entiendo y le suplico que no haga nada que le pueda crear un problema como jefe de Estado. La visita fue un desastre. En octubre, los familiares de los secuestrados se reunieron con ellos en casa de Hernando Santos. Empezaron por contar las entrevistas con el presidente Gaviria. Guido Parra dio un salto. En la primera lectura cada uno puso algo suyo.
Que soltemos a los rehenes pronto porque el gobierno se demora para estudiar lo de nosotros. Y terminaba con una parrafada despampanante: «Te estoy diciendo todo esto porque deseo que hables con el alcalde de Envigado y le digas que vas de mi parte y le explicas la idea. Y terminaba con la mayor frescura: «Con esto los vamos llevando a lo que queremos». Fue efectivo. La sorpresa de aquella noche fue por lo contrario. En ese punto estaban las cosas el 7 de noviembre, cuando secuestraron a Maruja y a Beatriz.
Los Notables se quedaron sin piso. La verdad era que Villamizar estaba en las tinieblas. Vamos a lo que se trata. Es lo que dice la ley y punto. A cambio de eso les dan una rebaja de penas y se les garantiza la vida. Villamizar estuvo de acuerdo. Guido Parra fue formal. Maruja, por su temperamento, no se guardaba nada que pudiera amargarla.
En realidad, estaba en un. Estaba en los huesos. Era un fantasma. Una vez superados los escollos iniciales, Maruja y Beatriz le ayudaban. Aprendieron a manejarla. Maruja trataba de consolarla. Fue un golpe rudo para ambas. En vez de los pantalones cortos de todos usaba una trusa de gimnasta. Al final exorcizaron la casa con aspersiones de agua bendita.
Ayuda a que no nos pase nada. De todos modos, ver aquel programa en el cautiverio era como estar muertos y ver la vida desde el otro mundo sin participar en ella y sin que los vivos lo supieran. Todos comieron y bebieron, y dejaron a Maruja con un conflicto de sentimientos cruzados.
No era para menos, en una casa donde cada cierto tiempo llegaba un emisario con las alforjas llenas de billetes para los gastos, y sin embargo estaban siempre en apuros. Las joyas de la mujer iban desapareciendo del cuello, de los brazos y las orejas, hasta que no le quedaba una encima. Nunca le contestaron.
Me voy yo sola. Richard y Orlando, por su parte, cansados de dormir por los suelos en el calabozo pestilente, convencieron a sus guardianes de que los cambiaran de cuarto. Apenas pudo afeitarse y vestirse, y no tuvo tiempo de avisarle a Richard en la misma casa. Detestaba las fiestas obligatorias. El mayordomo y su mujer prepararon una cena abominable.
El 31 de diciembre fue su noche grande. Inclusive a los guardianes. Maruja dijo que a ella le daba lo mismo. Los guardianes la imitaron, y cada quien dijo lo que quiso con la voz que Dios le dio. Fue un nuevo terror entre los muchos de Beatriz. Fue el estallido inevitable. Lo sorprendente era que no hubiera ocurrido antes y con mayor encono. Usted no se merece este sufrimiento, pero trate de sobrellevarlo. La serenidad es buena para su salud».
Bastaba un cuarto de pastilla para quedar sin sentido antes de contar hasta cuatro. Con la ayuda de los guardianes, y a veces con Damaris, terminaron por acostumbrarse. El patio fue el. Estaba en tinieblas mientras duraban los paseos, pero en las noches claras se alcanzaba a ver un lavadero grande y medio en ruinas, con ropa puesta a secar en alambres y un gran desorden de cajones rotos y trastos en desuso. Era el programa Enfoque dedicado a la Navidad.
Van a matar rehenes. Yo, que las he ayudado tanto. Lloraba a ratos. Pero no hubo tiempo. Tiene cinco minutos. Quiso ayudarla a levantarse. Ellas los improvisaron lo mejor que pudieron.
En realidad, estaba al borde del desmayo. Pero Marina no era ya de este mundo. Tuvo que darle el agua, porque Marina no acertaba a encontrarse la boca con el vaso por el temblor de las manos.
Todos los factores de violencia estaban desencadenados y agudizados. El secuestro no era una novedad en la historia reciente de Colombia. Y no estaba solo en esa idea. Era su manera de no permitir que la usaran como recadera ante el presidente. Lloraba a todas horas. Hizo un esfuerzo supremo por dominarse, pero las malas noticias no le dieron tregua. Pero el doctor Turbay la apaciguaba. En aquel momento ya la tragedia estaba consumada. No quiero perder la fe y la esperanza de regresar a casa sana y salva.
Fue una fortuna para ambos. Uno lloraba. Los guardianes apuraban a gritos y empujaban a los secuestrados hacia la puerta de salida. Diana y Richard empezaron a trepar por una trocha de piedras. No puedo mover las piernas. Soy Richard Becerra, el periodista. Y eso es obra suya, es su culpa, es la consecuencia de su alma de piedra. La mataron.
El encono de Nydia no le dio una tregua. Pero que venga, claro. Si la liberaron, sus familiares tienen la palabra». Llamaba a Pardo a cualquier hora. Pardo lo calmaba. Villamizar, que estaba con Guido Parra, tuvo un sobresalto de sorpresa. Hasta la tenacidad con que el mayordomo se negaba a devolver el televisor y el radio aumentaba la sospecha del asesinato.
En momentos de calma hablaba de su familia con Beatriz. Les llegaron revistas de entretenimiento pero ninguna de actualidad. Lo agarraron como pudieron, y lo arrastraron hasta la sala. Su cuarto era el principal del segundo piso con la ventana exterior clausurada con tablas. Se dio cuenta de que era una casa alquilada, y tal vez sin contrato legal, porque la propietaria iba a principios de cada mes a cobrar el arriendo.
Como eran cuatro se relevaban de dos en dos cada seis horas. Sus armas no estuvieron nunca a la vista en la vida cotidiana, aunque siempre las llevaban consigo. Pacho no vio nunca a los jefes. Pero las muertes de Diana y Marina le derrotaron el optimismo. Se les notaba el rango. Los nuevos jefes empezaron por crear un ambiente de optimismo. Entraban a cualquier hora con-un alborozo sin fundamentos serios. Y sobre todo con Alberto, que tal vez conociera mejor que los mismos jefes la causa real de las incertidumbres.
Usted me responde de que nadie lo sepa. Su temor era fundado. A usted no le va a pasar nada. Siguieron conversando durante la tarde. Los dos jefes se crisparon. Pero el ambiente era alentador. Prometieron llevar el televisor y el radio esa misma noche para que Maruja pudiera ver a Beatriz rodeada por su familia. Maruja y Beatriz, al cabo de tres meses sin espejo, se apresuraron a verse. Download Free PDF. Ricardito Valmendi. A short summary of this paper. Download Download PDF.
Translate PDF. El resto estaba limpio y en orden Esto hizo que empezara a armar un plan de fuga. Nydia quiso que al menos le llevaran una carta suya a Escobar. En la primera lectura cada uno puso algo suyo. Cosa que fue negada. Nunca le contestaron. Pero solo liberaron a Azucena. Richard y Orlando, cansados de dormir en el suelo del calabozo sucio, convencieron a sus guardianes de que los cambiaran de cuarto.
Pierre Bourdieu - El sentido social del gusto. Aldo Torres. Ven Dimias. David Garcia. Richard E. Raul Antonio Meza Joya. Leonardo Largo. Raymundo Salinas. Charl Stan.
Nathalia Giraldo. Jorge Guilloud. Yoberty Ortega. Betty Olivero. Giancarlo Castillo Vasquez. Carlos David Lopez Noriega. Willy Romero.
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